domingo, 6 de abril de 2014

Sobre Escribir

Recuerdo cuando inicié la lectura de "El Gran Gatsby" que su protagonista, el señor Carraway, se halla en un hospital para tratar sus traumas, y el doctor le receta un libro y un cuaderno incitando a contar todo aquello que le ha causado el dolor psicológico por el que asiste a la consulta.

Es cierto que en ocasiones, el mejor tratamiento sea un lápiz y un papel, dicen que escribiendo te liberas de todo lo malo que habita tu corazón, pero es un arma peligrosa. La literatura puede hacerte volar, imaginar, enamorarte, llorar o inspirarte. Pero el deber de todo aquel que desea ser escritor no radica, bajo mi opinión, en compartir tu dolor a tus lectores, un buen texto puede influir en las personas y por tanto, un relato que cae en el patetismo y la decadencia propia puede sumir a tu lector en un vacío, privando a su mente del poder de la imaginación, de la identificación de un personaje vitalista, jovial, con una gran aventura que contar y miles de mujeres a las que amar.

No con ello quiero decir que novelas con personajes grises sin un rumbo vital conocido deban ser erradicadas, pues como todo arte, tienen su belleza, pero en aquellas novelas, el personaje, no deja de ser una ficción y el escritor que hay detrás lo moldea para mostrar la crítica de la sociedad o la vida que lo rodea, no para demostrar que su protagonista es un desgraciado que no tiene donde caerse muerto.

Recuerdo a Sartre contar la historia de Antoine Roquentin, un hombre que se ve empujado a contar sus náuseas al chocar con una realidad que lo hastía, que siendo un burgués acomodado no ha sido capaz de encontrar el amor, ni la estabilidad, que tampoco pudo destacar como historiador. Parece que tire piedras sobre mi propio tejado y que esté deslegitimando mis argumentos, pero lo que supo hacer Sartre con su pequeño muñeco de arcilla fue montar su teoría nihilista y demostrar que aún sintiéndose hundido en el lodo, Roquentin es capaz de tomar conciencia de su existencia y del historicismo que eso le confiere, sabe perfectamente que quizá su vida no sea la más plena, pero que acabar hundiéndose no hará que deje de hacer historia, que hará cosas que le marquen a él y al resto, que aunque no haya un Dios velando por su triunfo sabe que sólo él existe y que eso le es suficiente para hacerse a sí mismo y para guiar su destino "El hombre es el único que sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere sepués de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace". Ahí está el latigazo del escritor al lector, le incita a abandonar la lectura y salir a la calle para vivir su propia aventura, a recorrer su camino, dejar de autocompadecerse y enajenar su destino a Dios, el lector está solo como Roquentin, pero es libre y como hombre libre puede llegar a ser feliz por sí mismo.

Entreguemos a nuestros lectores una pizca de nuestra alma, de nuestras penas y vivencias, pero terminemos las historias con un matiz que les hagas amar la vida, soñar, vibrar, enamorar o llorar de emoción.


"La literatura es la bella dama que te hace soñar".


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